viernes, abril 26, 2024

El Festival Mundial del Arpa no debe desaparecer

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El “Festival Mundial del Arpa” solía realizarse en nuestro país en esta época del año, desde hace una década, con éxito singular. Este año, la posibilidad de su realización se frena por falta de recursos económicos, ya que, al parecer, la Municipalidad no incluyó este gasto en su presupuesto. Pero, en realidad, un festival así no puede limitarse a constituir una tarea meramente municipal, sino que debe formar parte de la política cultural del mismo Gobierno. Arpistas de varios países como también locales vienen reclamando que prosigan estos eventos. Uno de los objetos que suelen identificarse plenamente con el Paraguay es el arpa, que por su característica anatómica propia y su ejecución muy particular, se lo ha llegado a conocer como “arpa paraguaya”, que no es idéntica a la europea ni a la de concierto que se emplea en las orquestas sinfónicas. Sería lamentable que el Festival Mundial del Arpa de este año se deje de celebrar por falta de fondos. Todos los estamentos de la sociedad deben manifestarse públicamente en apoyo de los artistas y promotores

El “Festival Mundial del Arpa” solía realizarse en nuestro país en esta época del año, con el respaldo de la Municipalidad de Asunción. Su primera edición fue en 2007, con éxito singular, puesto que atrajo a arpistas de todo el mundo. Este año debió presentarse la undécima edición, aunque, es de no creer, su posibilidad se frena por falta de recursos económicos. Es increíble que esto suceda, siendo el arpa paraguaya el instrumento más representativo de nuestra música.

Arpistas de numerosos países, como México, Perú, Italia y Colombia, solicitaron a nuestras autoridades que prosigan estos festivales, que tan exitosos fueron durante una década. Reclamaron al actual director de Cultura de la Municipalidad de Asunción, Vicente Morales, que los reactive. Por su parte, un grupo de arpistas y habituales impulsores del festival pidieron en el mismo sentido el apoyo del Congreso, en una visita que realizaron a la titular de la Comisión de Cultura del Senado, Esperanza Martínez.

Al parecer, la Comuna no incluyó este gasto en su presupuesto actual. Pero, en realidad, un festival así no puede limitarse a constituir una tarea meramente municipal, sino que debe formar parte de la política cultural del mismo Gobierno. Tendrían que ser el Ministerio de Educación y Ciencias, la Secretaría Nacional de Cultura y la Secretaría Nacional de Turismo, entre otros, los organismos que asuman estos eventos como una responsabilidad propia, pues enriquecen no solamente a la capital sino a todo el país.

El arpa paraguaya fue declarada “Símbolo de la Cultura Musical del Paraguay”, según el Decreto Nº 4001/12. Lamentablemente, esas pomposas declaraciones oficiales no sirven para nada práctico, ni obligan a nada; en resumen, son pura hojarasca burocrática.

Es preciso que los gobernantes tengan presente que, a lo largo de su historia cultural, nuestro país logró consolidar algunos rasgos que en el mundo se suelen reconocer como característicos de nuestra identidad, como los relacionados con ciertos géneros musicales, formas y objetos de artesanía, elementos de la construcción y la decoración arquitectónicas y paisajísticas, combinaciones decorativas peculiares expresadas en diseños y composiciones visuales; rituales y festividades populares, entretenimientos y actividades colectivas en ámbitos religiosos, culturales o deportivos.

Uno de esos objetos que suelen identificarse plenamente con el Paraguay es el arpa, instrumento musical de carácter casi universal. Por su característica anatómica propia y su ejecución muy particular, se lo ha llegado a conocer como “arpa paraguaya”, que no es idéntica a la europea ni a la de concierto que se emplea en las orquestas sinfónicas. La nuestra tiene más cuerdas, está fabricada con un material escogido por su sonoridad de entre la gran variedad de maderas nativas, y contiene ornamentos que habitualmente no se ven en arpas de otros países.

La guitarra y el arpa fueron los primeros instrumentos musicales europeos que el mestizo paraguayo adoptó y a los cuales se aficionó con entusiasmo desde el principio de la época colonial, según cronistas de la época. No se discute, pues, que pertenecen a nuestras tradiciones más acentuadas.

Por esta razón, es fácilmente explicable que, siendo un país relativamente pequeño, hayamos dado al mundo tantos renombrados artistas y piezas musicales que se ejecutan solo con el arpa paraguaya. Así también se explica que hayan aparecido figuras de la reconocida talla de Félix Pérez Cardozo, quien deslumbró en el Río de la Plata no solo con su prodigiosa habilidad en la ejecución instrumental, sino también con sus magníficas composiciones creadas para ella. La lista de otros grandes arpistas, de fama internacional, algunos ya fallecidos, incluye a Albino Quiñónez, Digno García, Luis Bordón, Lorenzo Leguizamón, Enrique Samaniego, Ismael Ledesma, Santos González, César Cataldo, Marcelo Rojas, Martín Portillo, Aparicio González, Celso Duarte, Papi Galán, y muchos más. Afortunadamente, existen hoy numerosos artistas de esta especialidad que siguen deleitando al público internacional, incluyendo el de lugares tan remotos como Japón y Taiwán.

Y no debe olvidarse que en el 2013 el Paraguay entró en el libro Guinness de los récords con el conjunto de arpistas más grande del mundo, integrado por 420 ejecutantes.

Los festivales de arpa paraguaya encantan al público, estimulan a los participantes nativos y extranjeros, despertando nuevas vocaciones en la juventud y en la niñez, asegurando la permanencia y revitalización del género y del gusto popular por este instrumento.

Pero todo este esfuerzo sanamente apasionado y este progreso están mantenidos y sostenidos a fuerza de pulmón; los artistas tienen que solventarse a sí mismos, sin esperar ningún estímulo ni recompensa por parte de las instituciones públicas, cuyas autoridades generalmente se muestran indiferentes hacia las manifestaciones culturales. Sería lamentable que también el Festival Mundial del Arpa de este año se deje de celebrar por falta de fondos.

Todos los estamentos de la sociedad deben manifestarse públicamente en apoyo de los artistas y promotores de dicho evento, para que reciban el respaldo que ahora necesitan de parte de unas autoridades que se muestran insensibles con la cultura.

de dicho evento, para que reciban el apoyo que ahora necesitan para su realización.FUENTE: DIARIO ABC COLOR

 

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